“Esto no se ha vuelto pasado para mí. Es una forma de decir «eternidad” sin quedar como un tonto».
Besar a la muerta (2014)
Por
Sandra Inés Amarilla Ruiz
Comunicadora – Docente
Esta tarde, justo después de gritar el gol de Diego a los ingleses aparecía la noticia: a los 77 años falleció Horacio González. Sabíamos que estaba mal hacía días, que el Covid había llegado a través de una infección intrahospitalaria, que todas las semanas aparecían los pedidos de donantes de sangre, que su compañera Liliana Herrera tenía que salir a aclarar que, aunque circulara la noticia, Horacio no había muerto. Pero hoy sí.
Horacio González sociólogo, docente y ensayista, el pensador vueltero, el de la cadencia en el hablar. De mi paso eterno por la UBA (Universidad de Buenos Aires) recuerdo el apuro por llegar a los teóricos y sentarme adelante para poder escuchar ese murmullo de dos horas. Tenía una forma distinta de mostrar el apasionamiento, no era fácil de escuchar ni fácil de leer, pero con 20 años yo sabía que tenía algo de prócer, que podía traer otros tiempos y abrir mundos.
Durante su juventud fue militante estudiantil, ya como docente formó parte de las Cátedras Nacionales que resistieron a la dictadura de Onganía. Pasó su exilio en Brasil, se doctoró y en 1983 volvió a Argentina y a inaugurar una historia de amor militante junto a Liliana Herrero.
La enorme e imprescindible obra de Horacio incluye numerosos libros de ensayo (El filósofo cesante, Las multitudes argentinas, Filosofía de la conspiración) y algunas novelas (Besar a la muerta, Tomar las armas).
El peronismo lo preocupó siempre, y sostenía que su disponibilidad crítica tenía claro el límite de la política real. Pensar la patria, los archivos como enigmas de una historia que se resiste a ser guardada, los silencios de la historia nacional, un peronismo heterogéneo, la figura de Cooke, las luchas entre textos que en el fondo son luchas entre cuerpos e individuos, lo muestran como un intelectual que tuvo la capacidad de aspirar los climas de una época.
Desde el peronismo se acercó al kirchnerismo, fue director de la Biblioteca Nacional y uno de los animadores del grupo de intelectuales Carta Abierta.
En una entrevista de abril de este año (disponible en youtube) analiza su obra, se permite revisar, cuestionarse, marcar distancias con Sarlo y con Sebreli y en algún momento reflexiona sobre la dureza con la que juzgó a muchos colegas universitarios preocupados por lo académico más que por el punto de locura lacaniano al situarse frente a la clase y con los que hoy se disculparía, “me doy cuenta ahora, que estoy más grande, que quizás es lo que caracteriza toda vida, dejas muchos heridos en el camino y no lo vas percibiendo”.
Creía fervientemente en el rol de una universidad que interpela y acompaña las crisis, en la política que se recrea en sus contradicciones, en un pensamiento con alteridades y en el vasto nombre del peronismo.
Desde el momento en que se supo la noticia, las redes se llenaron de saludos y replicas de audios y videos para despedir a quien nos honra con su pensamiento. Los «tacheros» también dejaron su saludo, para el cliente de lujo.