Aunque no todos lo tengan presente en su andar cotidiano, las redes sociales no rigen su funcionamiento por el simple accionar de sus usuarios. La aclaración también parece una verdad de perogrullo, pero nunca viene mal volver a decirlo: cada una de las operaciones que quienes utilizan las redes deciden realizar son monitoreadas, habilitadas y prohibidas por un conjunto de personas que garantizan con su trabajo el correcto funcionamiento de las aplicaciones según las reglas empresariales.
Cada vez que un usuario «denuncia» algún contenido que considera dañino, perjudicial o peligroso para algún tipo de parámetro social, moral o institucional; los encargados de esos trabajos entran en acción para determinar las medidas a implementar. Comúnmente, se suelen identificar entre las cuentas falsas, trolls y hackers (hay informes periódicos al respecto), los malos comportamientos y el contenido relacionado con la divulgación de fake news y los discursos de odio y violencia. Cuando esos contenidos son advertidos, Facebook elimina la publicación o advierte sobre los riesgos a los que se puede exponer el usuario al acceder a esos contenidos.
Toda esa tarea es llevada adelante por un grupo de trabajadores y trabajadoras que diariamente deben enfrentarse a esos contenidos (que la propia empresa define como «imágenes y videos horribles y ofensivos» que nadie desea, que la mayoría denuncia, y que ellos deben moderar.
El nuevo escándalo judicial que enfrenta Mark Zuckerberg surgió cuando estos trabajadores explotaron y decidieron presentar una demanda contra la empresa por exponerlos a sufrir «traumas psicológicos y trastornos de estrés postraumático» de forma permanente. La información se hizo pública por parte de los abogados que integran el Burns Charest LLP, que presentaron una demanda colectiva en California en nombre de Selena Scola, una ex moderadora de la red social que trabajó en las oficinas de Facebook durante nueve meses contratada de forma tercerizada por otra empresa. La modalidad de contratación también expone un formato irregular que emerge de la situación que amenaza con convertirse en una nueva mancha contra la red social más utilizada del mundo.
El estudio de abogados advierte en el escrito que los moderadores son obligados diariamente a ponerse en contacto con miles de «videos, imágenes y transmisiones en vivo de abuso sexual infantil, violación, tortura, bestialidad, decapitaciones, suicidios y asesinatos». Según advierten, «Facebook está ignorando su deber de proporcionar un lugar de trabajo seguro y, en cambio, crea una puerta giratoria de subcontratados que están irreparablemente traumados por lo que presenciaron en el trabajo». Con esa denuncia como principal argumento, la demanda colectiva acusa de «negligencia» a la empresa y advierte serias fallas en la obligación de proveer un lugar de trabajo seguro a los trabajadores que tiene bajo su responsabilidad.