Cancelaron el Woodstock 50: el desencanto de ya no ser

Casi como un botón de muestra para los tiempos que corren en materia de expresividad artística, el festival con el que se iban a celebrar 50 años del mítico Woodstock fue oficialmente cancelado el 31 de julio. Originalmente programado del 16 al 18 de agosto, y tras un derrotero que incluyó auspiciantes que abandonaron el proyecto y artistas que lentamente se fueron corriendo del line up previsto para el encuentro que iba a llevarse a cabo del 16 al 18 de agosto.

El festival empezó a caerse cuando Dentsu Aegis Network, la empresa que iba a financiarlo, decidió dar un paso al costado. Los números no cerraban, los estudios de mercadeo no encajaban en la lógica costo-beneficio imaginado por los directivos. La partida significaba el fin del sueño, y de hecho, se anunció la cancelación los conciertos; pero hubo socios que decidieron continuar insistiendo con la posibilidad de llevarlos a cabo.

Pero las complicaciones no fueron solamente económicas, sino también organizativas. El festival deambuló por varios potenciales escenarios hasta dar con el que parecía ser el definitivo. Originalmente, el sitio elegido para la celebración era el autódromo de Watkins Glen; después pasó a Vernon Downs, un hipódromo del estado de Nueva York; y finalmente a Merriweather Post Pavilion de Columbia, Maryland. Las entradas, incluso, nunca se pusieron a la venta y esta semana se anunció que serían gratuitas y repartidas por ONGs.

Con todas las complicaciones que se fueron multiplicando con el paso de los días, los artistas convocados fueron vaciando la convocatoria. Las primeras bajas importantes fueron las de Jay-Z, Dead & Company y John Fogerty, luego siguieron The Raconteurs, The Lumineers, los artistas originales de Woodstock 1969: Santana, John Sebastian y Country Joe McDonald y, finalmente, uno de los números centrales de la convocatoria: Miley Cyrus.

A primera vista, la cancelación del festejo del festival insignia en la historia de la música joven en la historia del siglo XX puede parecer tan sólo otro fracaso empresario en medio de un mundo cada vez más complicado en materia de organización de eventos y, sobre todo, en el universo de la difusión musical. En el fondo, otras causas emergen y se muestran en la supericie. El cambio en los consumos culturales, el fin del mercado de la nostalgia y la aparición de nuevos universos expresivos que interpelan a los jóvenes del siglo XXI parecen ser la verdaderas razones por las cuales celebrar Woodstock (cosa que ya se hizo en en 1994 y en 1999) dejó de ser un plan interesante.

Así era la grilla contemplada originalmente para el festival con el que se iban a celebrar los 50 años del Festival de Woodstock.

 

 

 

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