El próximo 14 de febrero se celebra San Valentín, que en Argentina se conoce como el Día de los Enamorados y es, según la liturgia católica, para celebrar el amor y la amistad.
La globalización y la gran industria hollywoodense nos legaron el actual fenómeno cultural conocido como Día de los Enamorados – o algo parecido – en distintas partes del mundo, inclusive donde no hay católicos ni costumbres occidentales. Pero antes de internet conocíamos por estas pampas, como en toda latinoamérica, las bondades de San Antonio, el santo que ayuda a los enamorados. A pesar de la fama y la canción, el que te mandaba un novio si se lo pedías en misa, fue cruentamente desplazado por el fervor del marketing valentinero.
I was waiting for a sign (Esperaba una señal)
Según cuenta la historia, Valentín tuvo la brillante idea de casar a los soldados romanos y sus novias en tiempos donde el cristianismo estaba prohibido. Cuando se enteraron los que siempre van contra el amor, lo condenaron por ejercer el rito en tiempos de censura; y vaya una a saber por qué intereses, no se conformaron con guardarlo sino que decidieron decapitarlo.
Camino al cadalso – que no sé si se llamaba así por esa época, estamos hablando del año 273, chiques – le entregó un pequeño papel a una joven ciega. Cuentan quienes dicen saber, que Valentín conocía a la mujer y había rezado para que ella recupere la vista. Cuentan también que se había enamorado de ella.
Según parece la joven abrió sus ojos y lo primero que vio fue el papelito que decía «soy tu Valentín”. De allí que quienes se consideran valentines envían tarjetas en el Día de los enamorados.
Someday soon the sun is gonna shine (Pronto el sol brillará)
El 14 de febrero los antiguos romanos celebraban la Lupercalia, una fiesta en honor del dios protector de las cabras y la loba Lupa, que amamantó a Rómulo y Remo, los fundadores de Roma. Era una fiesta sangrienta y barbárica, donde se sacrificaban animales y con sus pieles se azotaban a las mujeres para garantizar su fertilidad. Vaya manera.
Valentín es uno de los tantos mártires de la iglesia católica, que tuvo que esperar aproximadamente dos siglos desde su asesinato para que su tarea de unir a las parejas tenga fecha oficial. El 14 de febrero, Día de los enamorados, se celebra San Valentín en reemplazo de las Lupercales.
Pedile a San Antonio que te mande un novio
Antonio, de origen portugués y conocido como San Antonio de Padua, se ocupaba de conseguir el dinero de la dote que requerían las mujeres para entregar al hombre que las despose, porque con la desigualdad, ya sabemos como es, solo las ricas podían casarse.
Así y en nombre de la igualdad de oportunidades Antonio ayudó a muchas y muchos. Más adelante y no sabemos por qué motivos, pasó a ser el Santo a quien se le podía pedir todo lo que se hubiera perdido, desde un objeto hasta el alma gemela, y su fiesta se celebra el 13 de junio, día de su muerte.
La tradición de poner a San Antonio de cabeza proviene de una leyenda, que cuenta que una joven fue a la tumba del recién fallecido para pedirle ayuda para conseguir la dote y vio al santo – quiero suponer que una imagen de él y no al mismísimo Antonio -, descendiendo de cabeza para indicarle adonde podría conseguir el dinero.
Lectura Recomendada
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Todos los domingos, todos los domingos
Antonio y Valentín, son dos que abogan por el amor, y eso esta bueno. El merchandising hace que todo se vea un tanto más comercial, pero para quienes creen, para quienes practican el catolicismo, son dos figuras de importancia.
Cualquier excusa es buena si queremos celebrar el amor. Quien dice 14 de febrero o dice 13 de junio, igual le vale cualquier día del almanaque.
La construcción cultural
El mito de Platón nos cuenta que fuimos divididos, y por eso andamos por el mundo buscando nuestra otra mitad. Mientras tanto, las industrias literaria y cinematográfica se encargaron de que esa búsqueda sea la razón de la vida misma.
Y esto si lo firmo yo: el amor es una construcción y, como todo en la vida, se trata de qué queremos. Claramente nos encanta enamorarnos, a quien no, pero una cosa es el flash inicial, la química que tenés al principio con la otra persona, y otra la construcción de una vida con alguien más. Esto requiere tiempo, esfuerzo, razones epistemológicas y lógicas, esfuerzos y renunciamientos. Y si, claro, el amor tiene un límite.
Y si uno por semana te parece poco pedile a San Antonio que te mande más
Pertenezco a una generación de monógamos, con matices más o menos simpáticos, pero a la que le gusta mayormente la vida de a pares. Lo que gusta de las nuevas generaciones es que se permiten pensar cómo vivir el romance, el amor, el sexo, el encuentro y la convivencia. De a una, dos, tres o en comunidad.
Feliz San Valentín, celebremos el amor, que es lindo y cachondo. Eso si, les advierto que ese Cupido siempre tuvo una pésima puntería.
Como dato de color, los subtítulos de esta nota son partes de las letras de My Valentine de Paul McCartney y Todos los domingos (de Ramón La Fata, Juan Pedro y Juan Antonio Filipovich, Leopoldo Comellas Víctor Díaz Vélez, Jorge Monsalve y Emilio Juri), en homenaje a Valentín y Antonio, los hombres y los santos.
La imagen de portada fue creada por geralt, extraída de Pixabay