Diez textos en un sólo volumen, con dos inéditos, conforman el libro al que se «aventuró» Pablo Aguiar Cáu. Intermitentemente publica los casos de un detective cordobés que, con su sobaquera y sus Particulares negros, recorre la ciudad al ritmo del jazz.
Quizás uno de los enigmas que le toque descubrir al Inspector Sablich prontamente, sea por qué cada vez que el autor piensa abandonar la saga, alguien lo rescata.
El último fue Jorge Kasparian, fundador de Rayosan — la fábrica de remeras de rock más importante del país —, quien lo convenció de compilar los textos en «El Inspector Sablich. Todas las desventuras juntas«, que acaba de presentar en El Espejo Libros, donde además se vende.
Pero vamos por partes.
Todas las desventuras juntas

«Las Desventuras del Inspector Sablich» son una serie de relatos en tono humorístico y policial que vieron la luz (de un monitor, desde adentro) en formato capitular.
En 2006, dos amigos llamados Pablo y Riqui (Pagani) crearon la web Centro a la Oya (no es error de ortografía sino homenaje a Fontanarrosa), para «despuntar el vicio de escribir. Ahí nace el inspector, de pura casualidad», cuenta Aguiar en el prólogo del nuevo libro.
El autor intelectual es Riqui, quien propuso al autor material «escribir algo en capítulos», con actualización cada viernes. «Desde un primer momento supe que debía ser breve y tener imágenes», dice ahora Aguiar.
Un instante después y como una prueba clave que siempre estuvo a la vista pero nadie notó, el monitor de la PC reveló las fotos de un cumpleaños reciente donde aparece José Sablich, el real, «con el pucho en la boca y el sombrero».
Inspector Sablich, mucho gusto
«Sablich es un amigo hace más de treinta años, tremendo escritor y uno de los mejores asadores que conozco». La amistad nació fortuitamente al ser presentados por sus respectivas parejas y se consolidó «en charlas de literatura con vino torrontés».
Todo encajaba como piezas de rompecabezas: mujeres, literatura, alcohol y probablemente buena música, inevitable mixtura de personajes del género en una gran ciudad que aún se presume pueblerina.
Años más tarde el personaje, el cigarrillo y el sombrero aparecen en la pantalla del autor. «Era Sam Spade del Halcón Maltés, pero el de la película, era Humphrey Bogart», recuerda aún sorprendido Aguiar Cáu. Como un guiño del destino, el Sablich de carne y hueso es Licenciado en letras y se dedica a investigar la literatura policial.
Aparece cuando sale
«Balada en Jazz», la primera novela que protagoniza el Inspector Sablich, apareció en 2013 y «Como dos extraños», la segunda, en 2019. No había en el horizonte más desventuras, hasta que Damián Blas Vives sugirió que no lo abandone, porque «es un personaje piola y las historias son cortas».
Blas Vives fue un escritor, periodista y fundamentalmente agitador de literatura fantástica que hasta su muerte se desempeñó como Director de Gestión y Políticas Culturales de la Biblioteca Nacional. En marzo de 2020 invitó al jujeño a presentar los dos primeros tomos en esa institución, cita que quedó trunca por la pandemia. Sin embargo, ese tiempo de aislamiento y distancia social ayudó a que salieran nuevas historias «para escapar de la desazón».
Las desventuras del Inspector Sablich transcurren principalmente en una Córdoba ochentosa «que es la que produjo un shock en mí cuando llegué de Jujuy», aunque resolvió casos en Buenos Aires, se agarró a tiros en Jujuy, persiguió animales en un campo que aún no logramos localizar y anduvo por Uruguay y Cuba representando al Sindicato Único de Personajes de Inspectores de Novela Negra de la República Argentina.
Música y amigos
A excepción del primer libro, todos los capítulos llevan por título frases de canciones y las referencias musicales son permanentes. El Inspector escucha música cuando lee, repasa mentalmente canciones e imagina cortinas de fondo para sus escenas.
La otra particularidad es que todos los personajes masculinos están inspirados en amigos del autor, y son sus amigos y amigas también quienes ilustraron cada edición. Como cliché paródico del policial negro norteamericano, hay mucha noche, bares, bebidas fuertes, desorden y, argentinidad al palo, el fútbol siempre presente.
En la construcción del personaje participó — indirecta pero intencionadamente —, el Sablich original. Aguiar Cáu cuenta que cuando escribió el primer libro no había leído mucho del género sino que sus referencias eran de cine e historietas de Buggie el Aceitoso.
«Mi romance con el género vino después, cuando Sablich me dijo `che, si vas a escribir policial, tenés que leer esto´, poniéndome a mano a Hamet y Marlow», relata.
Sobre el autor
Por pedido de Cultura Caníbal, Pablo Aguiar Cáu, nacido en Jujuy y transplantado a Córdoba en edad universitaria, se autodescribe como «un tipo que prioriza las relaciones humanas, las amistades; un nostálgico y un coleccionista no sólo de cosas sino de recuerdos».
En sus palabras, esa persona «de 56 años pirulos» disfruta la historia, escuchar música, estar descalzo en un sillón leyendo un libro «y me gusta muchísimo el fútbol». Hay dos datos que nunca pueden faltar: «soy hincha de Altos Hornos Zapla» y «me autopercibo escritor».
Cuando tenía 10 años y tomé conciencia de que me gustaba escribir, mi anhelo era ver un cuento mío publicado en el suplemento cultural del Diario Pregón. Hoy salí de charlar con alumnos que leyeron mi primer novelita. Firmé varias fotocopias anilladas y creo que ahí me recibí de escritor.
Pablo Aguiar Cáu
On the Sunny Side of the Street
Esposo y padre de dos hijas («buena gente, eso me llena de orgullo»), dice que cumplió más o menos todo lo que tenía previsto hacer en la vida. «Creo que de un listado de cosas para hacer me di todos los gustos: me casé, fui padre, pude hacer música y subirme a un escenario grande, producir un recital del Dúo Salteño y sentarme a desayunar con Spinetta», recuenta.
Sentarse en un barcito de Nueva York a charlar de jazz y ser el «10» de Zapla son dos anhelos muy distantes en la geografía, aunque aún hay esperanza con uno de ellos, no diremos cuál.

Pablo Aguiar Cáu con Juan Sasturain
Sin que él lo recuerde, ese listado existió en otro blog llamado Polígonos y mapas. La consigna era «cosas para hacer antes de morir», un poco más utópico y bajo la maldición de la prehistórica internet que amenazaba a quien esquivaba las cadenas de mails. Como bien dicen que los bits son eternos, aquí recuperamos el archivo original.
No todo es Sablich
Las historias del Inspector no son sus únicas obras literarias. En el 2000 escribió «De Lapachos Florecidos», una nouvelle sobre una historia de amor en tiempos del Éxodo Jujeño.
En 2006 publicó «Merengues», cuentos recopilados de sus publicaciones en blogs, algo habitual en el escritor por aquellas épocas sin redes sociales.
Actualmente trabaja en una novela seria. «De a poco le agarré el gusto a escribir sin pensar en el humor como bandera y me está gustando», dice en el cierre.
El origen de todo. Balada en Jazz
Recuperamos la publicación original del primer capítulo en Centro a la Oya. Puede leerse AQUI. Además, encontramos un video actuado por el mismísimo José Sablich y realizado por Veronica Mammana, encargada también de las ilustraciones del libro. La perla es que la voz en off es de Sebastián Llapur, conocido por su doblaje para latinoamerica de personajes como el Abuelo Simpson y Darth Vader. El músico Edu Lobo pone voz al inspector y Pablo Abril a Ruíz.