La coplera Isabel Ramos celebró el Año Nuevo Andino, inicio del nuevo ciclo productivo, y junto a la Universidad Provincial de Córdoba, donde dicta talleres, compartieron un video de la celebración.
Isabel habla bajito y se ríe mucho. Su voz es potente y su corazón inmenso. Nació en San Ramón de la Nueva Orán, al norte de Salta, casi en la frontera con Bolivia, en la comunidad Kolla Tikunaku. Orán es la última ciudad fundada por los españoles y por su posición estratégica para el comercio entre Salta y Tarija, no fue ajena al genocidio de los pueblos que la habitaban.
Actualmente reside en Córdoba – paradójicamente y casi como burla del destino, a una cuadra de Avenida Colón – donde difunde su cosmovisión y lucha por los derechos de su pueblo. Su reclamo para renombrar una de las arterias más importantes de la ciudad es reiterado aunque aún sin respuesta.
La Universidad Provincial la contrató para dictar sus talleres de Coplas y Bagualas donde, según define ella misma, no se enseña a cantar sino que se transmite la cosmovisión de los pueblos originarios a través del canto ancestral con caja. Isabel además es colaboradora de la institución en la materia y ayuda a su comunidad que, si bien se autoabastece, precisa materiales de construcción y otros insumos.
Qué es el Inti Raymi
El Inti Raymi se celebra principalmente en el norte de nuestro país, Bolivia, Perú y otros pueblos de Abyayala, la tierra que la conquista rebautizó como América del Sur, durante el solsticio y es el inicio de un nuevo año productivo. «Entramos al invierno y recordamos entonces los procesos naturales de cada estación, la nieve que guarda el agua en las montañas o cerros, como lo llamamos los Salteños», explica Isabel.
[su_quote cite=»Isabel Ramos, Coplera»]El 20 de junio se despachan todos los pesares de la vida: dolor, enfermedades, todo lo negativo. Se prenden tres fuegos, uno con hierbas amargas y otro con hierbas dulces. El tercero es para alimentar a los otros dos[/su_quote]
Entre el 20 y el 24 de junio las comunidades Kollas (o Coyas, en criollo) se reúnen para rendir tributo al agua y el fuego «De niña jugaba con la escarcha de las acequias congeladas, las pircas tapadas de nieve. Mi mamá nos vestía a mi y a mis hermanos y después de hablar con el río, con el fuego, salíamos de casa para ir a encontrarnos con los vecinos en lo que hoy llaman Fogata de San Juan», recuerda la coplera.
Tata Sol
El sincretismo de lo originario y lo religioso «nace de la prohibición de realizar nuestras ceremonias. Ahí se prendía el fuego grande y pasábamos toda la noche alimentándolo con hierbas aromáticas. Al amanecer volvíamos a casa con algunos caramelos de caña. Cada uno a su casa, muy alegres, cantando bajito siempre. Seguía la fiesta con un rico asado de cordero. ´Mira hija hoy ´tá de fiesta el Tata Sol´, nos decía mi mamá».
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Como toda enseñanza que se transmite entre generaciones, las vivencias quedan grabadas en la memoria. «Hoy, de grande, puedo entender el por qué de tanta alegría: era nuestro año nuevo, fiesta al Sol y fiesta al fuego, para honrar al fuego interior, para mantenernos equilibrados».
Los «yuyitos» que se ofrendaban al fogón «son medicina pa´ nosotros. El fuego se deja hasta que todas las brazas se consuman y se lee en las cenizas nuestro año que vendrá, es una comunicación con nuestros abuelos», concluye.
Hasta aquí mi recuerdo, les deseo un Feliz Año Nuevo para todos los pueblos de nuestro continente. Abyayala (América del Sur)
Coplita al Tata Sol – Inti Raymi
Isabel Ramos
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