La crucifixión de Sinéad O’Connor

Cuando terminaban los 80 apareció Sinéad O´Connor, una joven cantante irlandesa que sacudió los oídos de la época.

Cuando terminaban los 80, década en la cual el apogeo del consumismo era manifestado en ese monstruo llamado Wall Street, apareció una joven cantante irlandesa en la escena musical, que sacudió los oídos de la época.

A muchos les sorprendió que una persona tan bella tenga su cabeza rapada, como si el cabello realmente tuviera que ver con la femineidad, la sexualidad, es decir eso que «debe ser» y «debe tener» la mujer, pero que la artista no tenía. A fines de los 80, comenzando los 90, irrumpió Sinéad O’Connor, con el estallido del boom MTV. Este 8 de marzo es bueno recordar un poco su historia.

Sinéad nació en Glenageary, en el estado de Dublín, Irlanda. Sus padres se separaron cuando tenía 8 años. Tras la separación, O’Connor, fue a vivir con su madre pero luego de un par de años decidió mudarse con su padre y su nueva esposa, debido a los abusos físicos que sufría en el hogar materno. A los 15 años estuvo internada en un asilo por acusaciones de robo y el ausentismo escolar. La vida adolescente en la Irlanda de los 80 no era nada fácil. De igual forma, fue en este lugar dónde, para matar el tiempo, comenzó a escribir.

Nada se compara a Sinéad O’Connor

En Argentina conocimos a la cantante en 1990 cuando editaba su segundo disco, I Do Not Want What I Haven’t Got. Gracias a la canción compuesta por Prince, Nothing compares 2 U, las radios la hicieron conocida y los canales de televisión pasaban su videoclip como cierre de transmisión. La «peladita» era un éxito comercial y comenzaba a convertirse en un icono popular de alcance mundial. Ese éxito fue tomado por la artista como una posibilidad de hacer visible a nivel mundial determinadas cuestiones políticas, sociales y culturales.

Su fama mundial hizo que el 3 de octubre de 1992, la cantante sea invitada a Saturday Night Live, uno de los programas más populares de la televisión norteamericana y de mayor respeto por parte de la comunidad artística.

Sinéad O’Connor, cantó una versión a capella de War de Bob Marley como protesta contra los abusos sexuales en la iglesia católica y el racismo. Luego de la interpretación, mostró una foto del Papa Juan Pablo II, la rompió y dijo a cámara: «lucha contra el verdadero enemigo«. Esa acción marcaría su carrera y su vida.

La pena capital

Los medios comenzaron a atacarla ferozmente casi de inmediato. La propia Madonna estuvo un par de semanas después en el mismo programa y al cantar Bad Girl, sacó una foto de Joey Buttafuoco, un comerciante norteamericano que era noticia por su romance con una joven de 17 años, quien terminó matando a la esposa de este.

Madonna banalizó lo realizado por O’Connor y comentó a medios irlandeses: «Creo que hay una mejor manera de presentar sus ideas en lugar de arrancar una imagen que significa mucho para otras personas. Si ella está en contra de la Iglesia Católica y tiene un problema con ellos, creo que debería hablar de ello».

Una semana después del incidente, Sinéad O’Connor participó del homenaje a los 30 años de carrera de Bob Dylan, que se realizó en el Madison Square Garden norteamericano. El público abucheó durante cinco minutos consecutivos a la cantante. Tras las palabras del cantautor y actor Kris Kristofferson, quien le dijo al oído «no hagas caso a esos bastardos», O’Connor volvió y realizó otra sentida versión de War.

Después de esos eventos no conocimos mucho más sobre la vida y carrera de Sinéad O’Connor, quien siguió editando discos. La presión de la iglesia, la industria y los medios fue tan fuerte que las discográficas y los productores la hicieron a un lado.

The Beatles no, Sinéad O´Connor si

En los 60 The Beatles dijeron ser más grandes que Dios y, si bien se armó cierto revuelo, siguieron su meteórica carrera, sin embargo a Sinéad O’Connor se la castigo y quizás el castigo fue más fuerte por ser mujer, por no respetar el «deber ser».

Ella incomodó verdaderamente con un discurso político, a diferencia de la rebeldía empaquetada de Madonna compensada con la hipersexualidad que vendía. De hecho Madonna profanó imágenes religiosas pero no era pelada, no se vestía con jeans y poleras.

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O’Connor fue crucificada por la industria musical para dar una enseñanza: Si querés formar parte del negocio, tenes que hacer lo que nosotros te digamos. La rebeldía vende, pero para los burócratas de las discográficas hay que dosificarla. Sinéad O’Connor fue apedreada por ser mujer en un negocio que tiene reglas claras sobre cómo ser. Lo de ella fue un aviso, un llamado de atención, que quizás tomó mayor seriedad con la muerte de Kurt Cobain.

El monstruo machista

La industria de la música, es un monstruo que todo lo devora y que por sobre todas las cosas es machista. Desde Etta James a Miley Cyrus, pasando por Tina Turner, Whitney Houston, Ke$ha y Lana del Rey, desde que la industria es industria hay casos de abusos de poder, de «pago con especias» para llegar a la fama, y casi que se ha naturalizado.

Las discográficas, como toda industria del espectáculo, venden primero el sexo y después el arte, y prefieren a mujeres sumisas, como en muchos otros ámbitos. Por eso Sinéad O’Connor, que tenía ideales y una búsqueda personal de libertad, marcada por su infancia dolorosa, pagó caro.

Hoy se venden menos discos, hay posibilidades para lo independiente, pero el monstruo sigue vivito, coleando y con más hambre que nunca.

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