Como reflejo de tiempos históricos, como construcción en movimiento permanente, como campo de disputa, la cultura necesita ser puesta en cuestión todo el tiempo. Por eso las políticas culturales un tema que debería estar en contante discusión. En muchos casos, de su diseño depende el impulso o la sentencia a muerte de las expresiones que emergen en todos los planos expresivos de las sociedades y los pueblos que, también, encuentran allí una herramienta política sustancial.
La Diplomatura en Políticas Culturales para el desarrollo local que se trabaja en conjunto desde la Facultad de Ciencias Sociales y la Facultad de Artes de la Universidad Nacional de Córdoba impulsa este tipo de discusiones generando las herramientas necesarias para abordar las políticas culturales «desde la perspectiva de derechos, entendiendo que la cultura es un Derecho Humano básico para el pleno desarrollo ciudadano en pos de una sociedad más justa, inclusiva y plural«. Así, como consta desde su presentación formal, se desprende de su programa y el perfil de sus docentes. A los contenidos tradicionales en las áreas que trabajan la problemática de las políticas culturales como eje se suman líneas específicas para la discusión de estrategias con el horizonte en los desarrollos locales, los espacios culturales de gestión comunitaria o la diversidad. Siempre entendiendo el acceso a la cultura y los espacios culturales desde la perspectiva de los derechos.
Franco Morán, uno de los coordinadores del proyecto, dice que «en estos últimos 10 o 15 años se vienen jerarquizando la institucionalización de las políticas culturales de la mano el reconocimiento sobre el rol del estado en este aspecto. Dentro de la agenda de desarrollo sostenible establecida por la ONU, la UNESCO planteó que la cultura debe tener un papel central dentro de las políticas de desarrollo y que no sólo constituye una inversión en el futuro del mundo sino que es una condición previa para alcanzar el éxito en los objetivos planeados en la agenda 2030. Sobre todo en lo vinculado a la diversidad»
En el libro «Desculturizar las culturas», el peruano Víctor Vich plantea que el peso de la formación adquirida en los sitios de vinculación cotidiana (las calles, la televisión, los espacios públicos, internet y demás dispositivos de relación similares) ha ido superando al de la formación recibida en las escuelas. Franco Rizzi, también coordinador de proyectos de la Facultad de Artes, toma esa idea al afirmar que «las políticas culturales trabajan, justamente, sobre las dimensiones a las que las escuelas no llegan. Por eso su importancia ha ido avanzando tan significativamente«.
En ese contexto en el que las políticas culturales han ido adquiriendo cada vez mayor relevancia a lo largo de todo el mundo, incluso como parte necesaria para el desarrollo de cada una de las áreas específicas del desarrollo de los Estados, «es posible que en Córdoba, en términos universitarios, haya quedado en falta con este tipo de discusiones» advierte Rizzi. «Por lo general, las formas de abordar la problemática estaba más ancladas en términos de gestión o autogestión de las artes pero faltaban la discusión sobre las políticas culturales» dice.
Teniendo en cuenta lo ya dicho, resulta importante también reconocer que las dimensiones culturales no se trabajan únicamente desde lo público sino también desde las iniciativas individuales, las redes, el sector comunitario o los emprendimientos privados. La televisión es un ejemplo claro en ese aspecto. Con las actividades en pleno desarrollo, Rizzi identifica y valora que «uno de los públicos que llegan a la Diplomatura son aquellos que trabajan en centros culturales comunitarios, municipios y otras órbitas estatales. Creo que avanzar en que los hombres y mujeres que trabajan en esos espacios tengan alguna reflexión en torno a las discusiones sobre las políticas culturales es algo positivo. Hay que correr a la cultura de lo eventual para empezar a comprenderla como un actividad entendida como generadora de discursos«.