El debate por el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo puso en tela de juicio la solvencia de los representantes que como pueblo, a través del voto, enviamos desde cada provincia al Congreso Nacional, uno de los pilares de nuestra democracia.
En la cámara baja las representantes legislativas que estaban a favor de la norma nos dieron una lección al enfrentar un tema tan sensible, controversial y difícil, de manera transversal sosteniendo sus banderas partidarias en un marco profundo respeto como solo pueden lograrlo las mujeres que entendemos en carne propia el concepto de sororidad.
Ahora bien, esta discusión que nos interpeló a todas y todos como sociedad, a cada quien en sus espacios de participación, nos mostró “a calzón quitado” -si se permite la expresión- a nuestras y nuestros representantes y nos exige una profunda reflexión como votantes respecto de en quienes delegamos nuestro poder popular para que nos representen.
Escuchamos sinsentidos tales como una comparación entre mujeres y marsupiales, excusas tales como una promesa hecha -vaya uno a saber cuando- al cura de la parroquia y violencias tales como reducir una persona gestante a la categoría de incubadora.
Más allá fueron quienes acusan a las mujeres y personas con capacidad de gestar con epítetos, que además de irrepetibles son pasados de moda y ejercidos con la violencia de cómo quien se atreve a impedir un derecho es capaz de verter, tan solo por un motivo: la voluntad de decidir y la exigencia de hacerlo amparada por el Estado, que no solo tiene la obligación, tiene la responsabilidad.
Hoy, en este momento, un presunto debate tiene lugar en la cámara alta de Argentina, mientras en muchas ciudades estamos esperando y exigiendo una decisión, somos el Movimiento de Mujeres, las personas con capacidad de gestar ocupando el centro de la escena, mientras el mundo nos mira, nos apoya y nos admira.
Hoy, en este momento, somos cientos de miles de votantes que estamos replanteándonos nuestra decisión y nada tiene que ver con estar a favor o en contra, pero si tiene que ver con el nivel de responsabilidad o la falta de ella con la que decidieron tratar este tema. Mucha autorreferencia se escuchó en diputados, mucha autoreferencia se escucha ahora y a fuerza de verdad es que si quisieran ser autorreferenciales de verdad, y no buscar conmover fácilmente a un auditorio, esta ley debiera aprobarse por amplia mayoría, tal como salió de diputados porque todas, todos, todes, tenemos cerca una historia de horror, peligro y lamentablemente de muerte en muchos casos y que nos enfrentó a una sola realidad. el aborto es, ustedes deciden si libre, seguro y gratuito ó clandestino, mortal y estigmatizante.