«…piden Pan, no les dan,
piden Queso, les dan hueso
y les cortan el pescuezo
piden Vino, sí les dan
se marean y se van…»
La medida de fuerza de los investigadores del CONICET en rechazo al anuncio del gobierno nacional finalizó el viernes, con resultado incierto aunque ambas partes celebraron el triunfo y el hecho de no pasar una nochemala en el edificio tomado. El transcurso de 2017 y el próximo diciembre dirán quien se lleva los laureles.
El Ministro de Ciencia y Tecnología Lino Barañao hasta se animó a una humorada tras el conflicto. Ante los rumores sobre su salida aclaró que su aspiración -en coherente posición con su empleador- es tomarse vacaciones. Antes, durante y después del conflicto, el funcionario versión 2016 tiró declaraciones que, si no contara con el espaldarazo del Jefe de Gabinete, lo pondrían mirando a la puerta: desde la amenaza de dejar el cargo si recortaban el presupuesto, a las aclaraciones de que su deber no es defender a los investigadores y que el CONICET no es la única salida laboral. En el medio, respondió a presuntas declaraciones de la presidenta (MC) Cristina Fernández de Kirchner, cuando en realidad ella citaba en redes sociales una columna de Roberto Caballero en Tiempo Argentino, que replicó Clarín junto a los tweets de la ex mandataria.
Mientras tanto los científicos y gremios celebraron el acuerdo como un triunfo, por haber resultado de la toma de los edificios de Buenos Aires, Córdoba, Mendoza y La Plata y haber logrado la incorporación de los becarios seleccionados. Pero el debate de fondo, la política de Ciencia y Tecnología del actual modelo, el lugar del desarrollo tecnológico y científico del país, no fue discutida.
En una nueva prueba de ensayo y error, de ir sin medir consecuencias y después retroceder, el gobierno instala en sus términos la discusión sobre la utilidad de los investigadores en el sector público, usando a sus aliados en comunicación para desprestigiar las investigaciones, vincularlas al «demonio» del peronismo, identificar los «ñoquis» y hacer más pesada la herencia. Con este acuerdo y la ventaja del que pega primero, tiene diez meses para llevar adelante la campaña de desprestigio, bajarle el precio al CONICET y aplicar el anhelado recorte después de las elecciones de 2017, incumpliendo el plan Argentina Innovadora 2020. El costo político electoral no será tanto ya que Cambiemos sabe que la masa de votantes científicos no es suya, desde que Cavallo los mandara a lavar los platos.
Así las cosas, el logro de los gremios fue la incorporación de los ya seleccionados, pero en mensaje solapado el ministerio les avisa que deberán buscarse trabajo en 2018, mientras muchos ya piensan nuevamente en emigrar. Aserrín, aserrán…