Hace un par de semanas, TeLeFe anunció que la tira «Fanny, la fan» dejaba de emitirse por la señal de televisión y trasladaba su proyección a la web oficial del canal. La decisión, intempestiva, puso en estado de alerta a actores y productores que con duros comunicados salieron a repudiar la maniobra y a reclamar por una mayor presencia en las pantallas que garantice sus fuentes laborales.
Desde hace tiempo, los referentes de la industria vienen planteando la necesidad de incluir en la supuestamente ya lista ley de comunicaciones convergentes un apartado específico que garantice los tiempos de estreno semanales obligatorios para la televisión argentina. El modelo parece ser Brasil. Allí son tres horas y media para aire y cable en horario central. La mitad de ellas debe estar realizada por productoras independientes.
En la Argentina actual, solamente «Las Estrellas» (Pol-Ka) cuenta con un 100% de trabajo argentino, el resto de la programación se completa con programas de entretenimiento, noticieros y la última y preocupante novedad en ficción: las novelas turcas y coreanas. La razón principal es el abaratamiento de los costos de producción. Las «latas» que se compran desde los canales de aire representan un costo muy bajo en comparación con lo que significa producir localmente un contenido similar y eso se debe a su escasa calidad y al real propósito de su existencia. La llegada de las telenovelas religiosas que llegan desde Brasil con el patrocinio de la Iglesia Universal es solamente un ejemplo que puede amplificarse al terreno político con la llegada de las tiras turcas que desembarcaron en los últimos tres años. Los canales de aire de alcance nacional se convirtieron en escenario de la guerra santa de la televisión en la que uno va encontrando católicos y musulmanes a medida que va transcurriendo el zapping.
La producción nacional sufre así uno de sus momentos más duros en la derivación natural de elementos exógenos que la determinan de modo dramático. La caída de la audiencia que cada vez se hace más grande debido a la mudanza masiva a las programaciones personalizadas, la crisis económica que imposibilita las apuestas alejadas de los réditos seguros y la internacionalización de los capitales a cargo de los canales son los principales factores por los que los empresarios, pensando como empresarios, se sienten mucho más atraídos por el laterío que se ofrece desde el exterior. Cuando no al recauchutamiento de tiras cuyos derechos ya han sido adquiridos y su potencial «funcionamiento» está garantizado. El Chavo, El Zorro, Los Simpsons.
El desafío para el sector deberá enfocarse desde una mirada que requiere un cambio de perspectiva. Que tiene que ver con la protección de la industria, pero que también debe pensarse como una obligación cultural por parte del Estado que no debe hacer más que facilitar los mecanismos y establecer los parámetros para que el sector se vuelva a poner en marcha asentado en dos aspectos fundamentales: la defensa de la cultura nacional y el mantenimiento del trabajo argentino.