Fines de Agosto. 2018. Independiente acaba de clasificar a los cuartos de final de la Copa Libertadores, sin marcar ningún gol, sin recibir ninguno, sin definir por penales. Hasta el mediodía, ni los jugadores de Avellaneda ni sus contrincante sabían con qué resultado llegaban a este partido. Una sucesión de hechos desubicados los pusieron en esta situación.
Peor lo del Santos. Acaba de quedar eliminado de una serie sin convertir ni recibir goles, y sin perder por penales.
Como en aquel Boca – River que llevó a la fama al Panadero, donde la organización demoró más de una hora en suspender el partido, con los presidentes de ambos clubes operando por celular dentro de la cancha y el enviado de la Conmebol sin animarse a pisar el césped para ordenar al árbitro que retire a los equipos, en esta edición del torneo más importante del continente, demoraron una semana en definir si la mala inclusión de un jugador merecía sanción para el equipo brasilero. La decisión llegó siete horas antes del partido, sin sorpresas. Independiente entraba a la cancha con un 3-0 arriba, «con un pie y medio en cuartos», dijeron los periodistas.
¿Nunca pensó la Conmebol que mientras más dilataba la decisión más caldeaba los ánimos de los hinchas? ¿A ningún dirigente se le ocurrió que la hinchada podría armar quilombo si su equipo no anotaba un gol en el primer tiempo, dando alguna esperanza de llegar a los penales? A Santos le robaron la serie, pero no Independiente, no el árbitro, no sus hinchas. Fueron los organizadores de la copa. Esos que vinieron a reemplazar a aquellos que investiga la justicia porque arreglaban partidos.
El único punto a favor de esa pésima decisión y peor timing, fue que ambos equipos salieron a ganar. Los argentinos porque si le levantaban la serie se quedaban si cuerpo técnico y los brasileros porque confiaban en que se podía. Entonces se vió un buen partido, por encima de lo que mostraron ambos equipos en sus competiciones locales. La prensa hablará de «los inadaptados de siempre, que tiraron ´bombas molotov´» y así todos lavarán sus culpas. Y la copa seguirá, menos para el Santos, que además será sancionado por los disturbios y quizás también le roben la copa del año que viene.
Fines de Agosto. 2018. Previa de River – Racing, en la misma situación aunque agravada porque todo indica que quien incumplió el reglamento -a instancias de la Conmebol- será el beneficiado. Los organizadores otra vez demoraron la decisión hasta el último momento. Idéntico error dos días seguidos. Si La Guardia Imperial tiene la memoria muy fresca, puede terminar peor. Las decisiones de la Conmebol son las verdaderas bombas de estruendo.