Doble Tilde Azul: valentía y respeto en la era digital

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Hoy vengo a traer un debate de la era digital: doble tilde azul ¿si o no? Valientes, cobardes, respetuosos, poco responsables, ¿Qué onda con ese garabato?

Cuando llegó whatsapp vino, como tantas otras aplicaciones, con la promesa de revolucionar la forma en que nos comunicamos. Sobra decir que soy una escéptica consuetudinaria, sin embargo y quizás en la misma medida, soy una curiosa y me gustan las novedades, así que allá fui.

Con el diario del lunes, puedo decir que le guste a quien le guste, el wasap es parte intrínseca de nuestras vidas, un espacio donde compartimos alegrías, penas, memes y hasta trabajamos. En este ecosistema digital donde todo se convierte en un debate intestino, me voy a centrar hoy en un pequeño detalle que sigue generando grandes discusiones: el doble tilde azul.

Un acto de fe en la comunicación digital

En tiempos en que el bloqueo en redes sociales y la agresión detrás de un dispositivo electrónico, generando una guerra virtual con poco o nada de sentido, parecen ser la norma, mantener el doble tilde azul activado en whatsapp me parece un acto de fe en la comunicación humana.

Quizás sea nostalgia, pero en mis inicios como periodista la comunicación era más orgánica. Había que tener agenda, el número de la persona adecuada y un simple llamado telefónico bastaba para confirmar una entrevista. La inmediatez de las plataformas digitales transformó todas nuestras relaciones, las profesionales y penosamente las personales, que las veo con un tinte aséptico al punto de ser poco saludables.

De allí que mantener activado el doble tilde azul, representa un acto de fe y humanidad: «aquí estoy y leí tu mensaje».

En una encuesta sociológica hogareña y en aras de mi eterna curiosidad, pregunto: «¿por qué no tenés activado el doble tilde azul?», y cuando tengo más confianza o más enojo voy derecho al hueso: «¿por qué o de qué te escondés?»

Mantener el doble tilde azul es muestra de valentía

El doble tilde azul es un vestigio de una época en la que la palabra escrita tenía un peso mayor. Cuando existía la promesa tácita de que detrás de esas letras había una persona real, con sentimientos y pensamientos propios; y aunque las nuevas generaciones parezcan haber olvidado o desconozcan vaya una a saber por qué motivo este código de honor en la era digital, yo sigo creyendo en él. Porque en un mundo donde la evasión es tan fácil, elegir responder o no responder es una decisión consciente.

En lo laboral, muchas veces sucede que en la vorágine cotidiana no te responden, pero si está activado el doble tilde azul a mi me alcanza: envié el mensaje, lo leyeron y no requiere de respuesta. La persona está informada. Ahora, me llega a aparecer grisecito y te rompo la paciencia hasta el infinito y más allá, por la sencilla razón de que no sé si efectivamente el mensaje llegó.

Volvamos a la poesía. Es como quitarse el casco en una batalla medieval. Una señal inequívoca de que confías en el otro, que estás dispuesta a entablar un diálogo, incluso si las opiniones difieren. Y eso, mis queridos lectores, es algo que cada vez valoramos menos y seguramente será tema de alguna entrada próxima.

El doble tilde es el mensaje

Hace poco escribí un mensaje a una persona que no la está pasando bien. Sé que es una carga explicar su malestar y lo entiendo perfectamente, así que mi mensaje fue con la siguiente nota al pie: este mensaje no requiere respuesta, sólo que sepas que aquí estoy para cuando lo necesites.

Una de las excusas más escuchadas por esta servidora para evitar el doble tilde azul es «no tengo tiempo de leer mensajes, mucho menos de responder». Como todo comunica, entiendo que entre las prioridades de esa persona no está la comunicación con el otro. Mensaje recibido.

Hay respuestas para todos los gustos y con todos los colores, es importante saber escuchar, saber leer, nos ahorra un tiempo valioso y sobre todo nos evita malos entendidos, y posibles malos tratos.

Así que la próxima vez que alguien te deje en gris, ni siquiera en visto, acordáte que detrás de esa decisión hay una elección. La elección de no responder, de no conectar, de construir muros en lugar de puentes.

Por todo esto yo me declaro una warrior doble tilde azul ¿y vos? ¿Qué tipo de comunicador sos o querés ser?

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