¿Es posible un Facebook sin Zuckerberg?

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Desde que explotó el escándalo entre Facebook y Cambridge Analytica, los ojos del mundo de las tecnologías, las comunicaciones y la política internacional se han posado en la figura de Mark Zuckerberg. Hace algunas horas se conocieron declaraciones de Scott Stringer, un inversor que posee 1000 millones de dólares en acciones de la empresa, quien declaró que Zuckerberg debería renunciar como presidente de la compañía. Stringer, que es controlador de los fondos de pensiones de la ciudad de Nueva York le dijo a CNBC que era necesario que hubiera una supervisión más independiente de la junta en Facebook a raíz del escándalo de robo de información para manipular procesos electivos en distintos puntos del mundo.

Stringer dijo que las revelaciones de que la firma británica de análisis de datos recolectó información personal de más de 50 millones de cuentas de Facebook, en la preparación para las elecciones estadounidenses de 2016 representaron «un riesgo para nuestra democracia» y resaltaron los principales problemas dentro de Facebook.

¿Puede Zuckerberg quedar fuera de Facebook? No. En principio, el mismo emprendedor no tiene ninguna intención de dejar su cargo y por otro lado posee una participación de control en la empresa, lo que significa que tendrá la última palabra en cualquier cambio en la junta. Esta participación de control evita que le suceda lo mismo que Steve Jobs, cuando en 1985 fue forzado a dejar Apple Corporation, la empresa que el mismo había creado. Todos sabemos como termino esa historia, tras navegar en un mar de intrascendencia, Jobs fue reintegrado a su cargo en 1997, para transformar a Apple en el gigante que es hoy a nivel mundial.

Las ultimas semanas han sido movidas para el joven magnate de las tecnologías, que sabemos sabe surfear los inconvenientes judiciales con elegancia. El problemático origen de la firma, con acusaciones de robos y juicios millonarios de sus socios fundadores (que se puede ver de forma ficcionada en la película Social Network), dan cuenta de ello. Lo que queda ver es como, Zuckerberg, con sus pasos a seguir vuelve a construir confianza en él y su empresa.

Hay dos preguntas a hacernos luego de este escándalo. Primero, debemos figurarnos de que el eje de la noticia es erróneo si sólo cargamos las tintas en si Trump, por ejemplo, utilizó estos mecanismos que utilizan empresas que venden productos para posicionarse como Presidente de los Estados Unidos. ¿Si un candidato es un producto por qué se patalea cuando los datos los utiliza Trump y no una empresa que vende zapatillas o tecnologías? Lo que desnuda el escándalo de Facebook y Cambridga Analytica es cuan desprotegidos estamos como usuarios y consumidores en un terreno que debería ser neutro como la internet. La segunda pregunta apunta a los esquemas políticos modernos. Si efectivamente esta filtración dio vuelta procesos electivos democráticos, hay que replantearse el funcionamiento de las democracias moderanas en este contexto tecnológico y político planteado post Wikileaks y Julian Assange, cuál es el rol de los usuarios/votantes y cuáles las responsabilidades de las empresas y partidos políticos en este asunto. Que los Trumps y Zuckerbergs no nos tapen el bosque.

 

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