La rápida actualización tecnológica nos hace sentir que siempre corremos de atrás, no solamente las personas sino las instituciones y hasta los propios desarrolladores o comercializadores de dispositivos.
La mayoría de las veces no altera nuestras vidas y en tantas ni siquiera lo notamos, pero cuando nuestros roles en la sociedad se ven afectados, se torna un tanto preocupante. En una universidad de Estados Unidos, por caso, un estudiante de 16 años fue detenido por armar una campaña de phishing -suplantación de páginas web para conseguir información confidencial- dirigida a los profesores, con el fin de cambiar las notas de los exámenes. El sencillo sistema desarrollado hace presumir que el adolescente tenía preparación en informática pero no era un profesional. «Ese trabajo puede realizarlo cualquier persona con conocimientos mínimos mirando tutoriales en youtube«, opinaron los expertos.
Lo que llama la atención es que los docentes universitarios queden desactualizados. El engaño fue posible porque uno de ellos abrió un mail supuestamente enviado por la universidad, y completó el formulario con sus datos de inicio de sesión en el sistema de la casa de estudios. Esa información fue recolectada por el estudiante que la utilizó para subir las notas de algunos de sus compañeros -y la de él mismo- y bajar las de otros. A primera vista, se trató sólo de una travesura aunque por el chiste fue detenido y acusado de 14 delitos.
No es novedad que las nuevas generaciones traen las actualizaciones instaladas, pero si empieza a serlo que el sistema educativo les aburre porque los corre de atrás. Ya no son ellos quienes no entienden los contenidos, sino la educación formal que no los alcanza.
¿Será necesario comenzar a pensar en la educación 4.0?