Jordan es la cultura

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«Nike es la cultura» dice el Indio Solari, y eso fue posible gracias a Michael Jeffrey Jordan. Las redes y el mundo hablan de «The Last Dance» la serie documental de diez capitulos que cuenta el último campeonato de los Chicago Bulls, y a través de esto la historia de Jordan y de ese equipo -para muchos el mejor de la historia de la NBA-, que se puede ver en Netflix.

El documental cuenta con un archivo envidiable de más de diez mil horas de grabación por parte de un equipo que siguió a los Bulls en toda su intimidad desde el torneo de pretemporada Open McDonald’s en Paris -si el mismo torneo del que fue parte el Atenas de Milanesio-, hasta el último partido, más todo el archivo deportivo de las épocas narradas y con casi 100 entrevistados es una maravilla  narrativa. Un documental que muestra a un equipo formidable, que profundiza en la vida de algunos protagonistas y que hace foco principalmente en Jordan, la leyenda. El documental no le esquiva al bulto de mostrar la cara más oscura del 23 de los Bulls, que muchas veces es mostrado como un villano con tal de exprimir lo mejor de los compañeros para salir campeones. Su mentalidad, su psiquis, su forma de encontrar «el juego dentro del juego» para motivarse, nos muestran a un personaje súper complejo y atractivo. El magnetismo de Jordan en su máximo esplendor.

El impacto cultural
Hay un detalle, una mención, una cosa que es casi un apóstrofo en la serie, pero que es mucho más en materia de cultura popular y la globalización de la cultura afroamericana underground. Ese detalle que forma parte del comienzo del quinto capitulo y que no toma más de 10 minutos de desarrollarse -en una serie de 10 horas-, es crucial para entender por qué Nike es la cultura.

Allí se muestra que Jordan llega a la NBA, en 1984, y no tiene contrato con ninguna marca de zapatillas. Todos los cracks tenian contrato con Converse, que habían sido pioneras con el modelo Chuck Taylor All-Stars en este deporte. Pero MJ queria firmar con Adidas. Parecía un capricho, pero esto tiene una explicación lógica. Adidas era la marca de zapas que se usaba en el neighborhood. Esas llantas habían sido popularizadas por algunos referentes de la cultura hip hop, particularmente por Run-D.M.C., banda icónica del género. De hecho en 1986, cuando Michael ya volaba por las canchas de la NBA, los Run-D.M.C. lanzaron su tercer disco Raising Hell que contenía la canción ‘My Adidas’. El modelo Superstar de Adidas se convertía en furor.

MJ queria firmar con Adidas pero la marca de las 3 tiras adujo no tener capacidad de producción. Y claro, no quería firmar con la misma que todos los grandes jugadores de la época (Larry Bird, Magic Johnson, Isiah Thomas) que era Converse. Ahí apareció Nike. Jordan no queria saber nada con Nike que no hacia calzado de basquet, sino para correr. A regañadientes y por consejo paterno, el novato Jordan, firma con Nike. La empresa le cede tener una marca propia. Nace Air Jordan. Esperaban vender 3 millones de dólares durante la duración del primer contrato. Vendieron 126 millones en un año.

Las Air Jordan 1Jordan y Nike logran algo hasta ese momento inédito. Las zapatillas deportivas sólo eran compradas por deportistas. Las Air Jordan 1 eran un nuevo objeto de moda en los barrios. Esas zapas se convertían en vestuario de la cultura underground afroamericana de los 80.

Hasta ese momento el hip hop, grafittis, barrios bajos y negritud eran retratados por Hollywood como sinónimo de «crimen y lo malo». Hasta que llega Spike Lee. Con su película ‘Do the right thing’ de 89, Lee reivindica toda esa cultura, mostrando en clave de comedia el barrio y sus personajes, los desclazados de una historia cultural de segregación. Latinos, italoamericanos y negros tenían quien cuente sus historias. En 1989 Jordan era el mejor jugador, pero todavía no era campeón. Eso si, desde el 86 los Bulls tienen el uniforme que conocemos popularmente y esto también seria importante y trascendental a la luz de la historia.

Nike crecía a pasos agigantados, pero su arsenal publicitario estaba orientado a otro tipo de personajes. Sus publicidades eran protagonizadas por Arnold Schwarzenegger ya que, claro, Jordan aún no era un fenómeno global.

Yuppies, grunge y negratas
Los 80 fueron el caldo de cultivo del capitalimo extremo, de ese personaje llamado Yuppie, era el auge de Wall Street. Para los 90 ya había aparecido la respuesta a esto. Los excluidos del sistema empezaban a generar anticuerpos.

Los blancos hijos de veteranos de Vietnam y hermanos o vecinos de soldados de Medio Oriente encontraban sus voceros en el grunge y el rock alternativo. A toda esa subcultura, la industria la empaquetaria para vender a través de hermosos productos como Beavis and Butthead y Reality Bites en el cine. Todo de la mano del canal jóven: MTV.

MJ y Spike LeeLa cultura negra encontraba en los artistas de hip hop, Michael Jordan y Spike Lee la voz generacional. Y la industria, encarnada en Nike encontraba la forma de empaquetar esto para venderlo. Contrata a Spike y a Jordan para un comercial. Bien jugado.

Los Bulls y Jordan ya eran campeones. Jordan y sus zapas estaban en todo el mundo. La remera de los Bulls ya no sólo se veía en los barrios neoyorkinos o de Chicago, sino en cualquier ciudad del globo. La forma de vestirse de los barrios era ahora una moda global. Jordan, Nike, Spike Lee, la cultura hip hop y los Bulls setearon una parte muy importante de la cultura de los 90. Incluso Jordan llegó a protagonizar el videoclip de ‘Jam’, canción de Dangerous, el disco de Michael Jackson, uno de los más vendidos de la década del 90.

El encuentro de los excluidos.
Rodman y VedderPor otro lado, la serie termina con la canción «Present Tense» de Pearl Jam, compuesta por Eddie Jerome Vedder. Aunque su banda está relacionada al movimiento grunge de Seattle, Eddie nació en Evanston, Illinois, un suburbio cercano a Chicago. Todos los miembros de Pearl Jam eran seguidores de los Seattle Supersonics, excepto Eddie que es un archi fan de los Bulls. ¿Y saben quién es fan de Pearl Jam? El Gusano, Dennis Rodman. Lo es incluso desde antes de ir a los Bulls. De hecho el gusano confesó que fue la banda de Vedder quieren evitó que se suicidara en el estacionamiento de los Pistons en 1993. Según el gusano: «Estaba sonando Pearl Jam, con ‘Even Flow’ y ‘Black’. Tenía la pistola a mi lado y lo siguiente que pasó es que me relajé y me quedé dormido escuchando al grupo. Lo próximo que recuerdo es despertar rodeado de policías. Y eso fue todo». Sin Pearl Jam, quizás no se habría podido conformar ese tremendo equipo sobre el final de la década del 90. El básquet y la música reunieron a dos exponentes de las marginaciones del sistema yankee. Los blancos y negros excluídos, se convertían en ícono de una década, siempre peyorativamente observada desde la frivolidad. Eran los 90 en estado puro.

Jordan y los Bulls: Aquí, allá y en todas partes
Obvio que a finales de los 90 la pelicula ‘Space Jam’ ayudó a potenciar la figura de Jordan, pero a esa altura MJ23 ya era un monstruo global y el marketing de los Bulls era una maquinaria indestructible. Jordan era a leyenda, Pippen el buen tipo y secuaz y Dennis Rodman el tipo malo. Era un golazo. Perdón, triplazo.

Hoy los pibes que hacen hip hop y mucha de la cultura underground alternativa, sigue usando remeras y zapatillas de basket. Jordan -y otros jugadores, claro-, aparecen como figurita repetida en cada batalla de gallos de freestyle. Y ahí es donde uno ve que el legado de Jordan, capaz que sin querer, capaz que sólo viendo su bolsillo o lo que fuera, fue mucho más grande que sólo adentro de una cancha.

Cuando uno ve el devenir de la historia y que MJ ha inspirado a tipos como Obama, por ejemplo, queda redimido de no haber apoyado públicamente a un candidato demócrata en North Carolina, diciendo que también debía venderle zapatillas a los blancos. Por vender sus zapatillas la cultura afroamericana conquistó el mundo y edificó la cultura pop tal cual hoy la conocemos.

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