La dirigente social, diputada del Parlasur, Milagro Sala está detenida desde el 16 de enero de 2016, en el penal de mujeres de Alto Comedero (U.8 – Instituto Penitenciario Federal de Jujuy «Nuestra Señora del Rosario del Rio Blanco y Papaya»), en la capital jujeña, San Salvador. La denuncia realizada por el mismísimo gobernador de la provincia, Gerardo Morales es por “instigación a cometer delitos y tumultos en concurso real”, “asociación ilícita agravada” y cometer fraude y perjuicio contra la administración pública.
Desde su detención numerosos organismos internacionales que trabajan por los Derechos Humanos pidieron por su libertad en el entendimiento que por la arbitrariedad de la detención, Milagro es una presa política de la democracia argentina y de la presidencia Macri.
Los colonizadores desde el principio intentaron desterrar todo vestigio de la cultura original,
más cerca en el tiempo las sucesivas dictaduras nos negaron nuestra identidad latinoamericana, la conciencia de república mestiza, para eso el imperio del pensamiento único, entre muchas acciones destinadas a ese fin prohibió las celebraciones del carnaval así como la del día de los muertos, las cuales por supuesto eran festejadas a escondidas porque nos pertenecen y nos definen.
Milagro es negra, coya, mujer y a mucha honra, no se quedó en ninguno de los corralitos asignados para sus condiciones, muy por el contrario, decidió salir y mostrarle al mundo las infinitas posibilidades que las coyas también tenemos.
Y esta es la raíz del odio, que una mujer, atrevida por cierto, decida contra propios y ajenos, sortear la grieta, porque ella, la nacida sin oportunidad alguna, tomó lo poco que había, lo convirtió en miles y miles, porque hizo de los nadies, alguienes y esa es quizás la mayor acusación en su contra, porque el modelo propuesto hoy implica que no todos podemos tener las mismas posibilidades, porque te tocó nacer en este lugar y de ahí no te podés mover, porque así es la vida, el aire acondicionado es solo para los nacidos ricos.