La toma del Pabellón Argentina fue una medida extrema que sirvió para sacar a la luz pública el complejo entramado de la vida política en la Universidad Nacional de Córdoba.
Hugo Juri y Pedro Yanzi Ferreyra avanzaron entre una marea humana que les abrió paso hasta la puerta del Pabellón Argentina. Cuando los estudiantes le explicaron las razones por las cuales no iban a dejarlos continuar su camino hasta la Sala de las Américas, la Asamblea Universitaria quedó definitivamente suspendida. Rector y vicerrector habían llegado hasta ese último obstáculo acompañado por el grupo político que les iba a garantizar los votos para imponer su voluntad. Volvieron en sus pasos hasta perderse en la Ciudad Universitaria cordobesa. Vamos a analizar cómo seguir, dijo Juri. Entre murmullos, se fue. En el fondo había confirmado algo que ya sabía de antemano: los cambios que buscaba acelerar iban a tener que esperar.
El jueves por la tarde, unos doscientos estudiantes decidieron tomar el Pabellón Argentina, el corazón simbólico de la Universidad. No hay antecedentes de una decisión de tamaña envergadura. El recuerdo más inmediato ubica la memoria en diciembre del año 2006. La noche que sirvió de antesala para la Asamblea que proclamó a Carolina Scotto como la primera rectora de la historia de UNC, estuvo marcada por intentos de impedir ese cónclave. Más allá de algunos cruces menores, aquello sólo quedó en las intenciones. Por lo demás, las tomas solían elegir los centros políticos del poder universitario. El rectorado, los decanatos, alguna que otra unidad académica. Las imágenes que se recogieron entre el 17 y 19 de noviembre quedarán inmortalizadas en la historia universitaria como un acontecimiento con tintes fundacionales. La reforma que la actual gestión universitaria intenta llevar adelante también los tiene.
De Scotto a esta parte, las conducciones universitarias tuvieron en sus manos la oportunidad de refundar la cultura política de la UNC, expresada de modo categórico en una forma de elección de autoridades que parece anclada en el siglo pasado. Los intentos existieron. Los tiempos políticos y la falta de consensos lo impidieron. Desde el día mismo en que ganó la elección, Juri decidió cerrar esa discusión y aglutinó las voluntades para hacer. En este caso, condenando a la desaparición política de la mayoría de las facultades que la componen. Ciencias Médicas, Derecho, Ingeniería, Ciencias Económicas y Arquitectura tendrán una incidencia del 57% sobre el total electoral. El dato que señala que el actual poder universitario está repartido entre referentes de esos espacios pasa a ser una simple anécdota. Cualquier intención de acceder al gobierno universitario deberá contemplar prioritariamente las necesidades de esas facultades para obtener los apoyos necesarios. Más poder al poder. El plan Juri, además, le puso un bozal a las voces de cambios futuras y un yeso a las posibilidades de avanzar hacia nuevas reformas. Su proyecto establece que para intentar cambios en el futuro se necesitarán mayorías agravadas. Un 66% de las voluntades representadas en el máximo órgano decisorio de la Universidad. Para llevar adelante ese cometido al oficialismo le alcanza, hoy, con el 51%.
Las manifestaciones que giraron en torno a la toma del Pabellón Argentina y a la suspensión de la Asamblea Universitaria dan cuenta de que lo que sucede puertas adentro de la Universidad de Córdoba no es un dato menor. Por su magnitud, el presupuesto universitario es el tercero más importante en toda Córdoba. Sólo el gobierno provincial y la administración capitalina lo superan. Lo que sucede en los despachos de las autoridades es tanto o más relevante para el devenir social que lo que sucede en sus aulas. Como una maniobra obligada por las circunstancias, Hugo Juri dijo que iba a proponer que la sociedad civil participe de la elección de las autoridades universitarias a partir de la reforma que él propone. Palabras. En los hechos, esa sociedad que él convoca se mantuvo expectante de los 500 estudiantes que lograron poner en cuestión una forma de hacer política que se expresa en la Universidad como síntoma de cada una de las instituciones de nuestro país. Esos estudiantes decidieron trazar su límite. Y demostraron estar dispuestos a romper los que trazaron otros.
Es tiempo de sentarse a conversar.