Uno de los “malos” más aclamados de la pantalla este año es Negan, el despiadado villano -nacido del comic, claro- de The Walking Dead. Negan es el líder de uno de los tantos grupos de sobrevivientes del apocalipsis zombie que retrata la popular serie norteamericana. Cínico, brutal y sin ningún tipo de escrúpulos, el personaje interpretado por Jeffrey Dean Morgan, hace cualquier cosa por mantener su poder en ese contexto de crisis, junto a Lucille, su peculiar bate de baseball con pinches, al cual además le habla.
Los partidarios de Negan son agresivos y fuertes y su meta es erradicar a otros grupos para poseer más territorio y recursos. Claro que no cualquiera podría liderar un grupo así, solamente alguien con autoridad basada en el miedo y auténtico poder. Negan es violento, odioso, retorcido y excéntrico; con un cierto encanto que lo hace “entrador”. De esta forma compra o mata a quienes no acepten sus formas. Extermina cualquier cosa que vaya en contra de sus ideas y su concepción de cómo debe ser el mundo.
El modelo Negan de la política.
A veces la ficción se ve superada por la realidad. En estos nuevos tiempos que corren, donde se le llama cambio a la vuelta a viejas prácticas políticas, económicas y culturales, Negan es el paradigma de ejercicio de poder. La presión a gobernadores y legisladores para votar leyes, el hostigamiento a trabajadores y militantes de la oposición, el salvajismo con el cual se manejan algunos funcionarios -no sólo de bajo rango, sino también de primera línea-, el cinismo con el que comunican los actos de gobierno o la manipulación de la realidad para conseguir los objetivos marcados, son dignos del personaje televisivo. Hay conductas de Negan en Marcos Peña, o en la violencia que ejercen otros personajes de menor rango con los trabajadores bajo sus órdenes. Hay conductas de Negan en Gerardo Morales y Gabriela Michetti. Hay Negan en ese aspecto de lobo disfrazado de cordero de María Eugenia Vidal. Hay mucho Negan en el proyecto de reforma laboral que impulsa el gobierno. En las últimas manifestaciones lo hemos visto: hay Lucille para todo el que piense o actué distinto. A veces parece que Negan ha escrito las teorías en las cuales se apoya Duran Barba para pensar las estrategias de comunicación del gobierno actual. Negan es el modelo.
Todo Negan tiene su Rick Grimes.
El problema de Negan es la fuerza de su rival: Rick Grimes. Este personaje se transforma en líder de su grupo por sus acciones propias, en función del colectivo que representa. Y es este propio colectivo el que lo escoge para ocupar ese lugar. La inteligencia de Rick lo hace ceder protagonismo en función del cuidado de su grupo. Sabe que toda cadena es tan fuerte como cada uno de sus eslabones. Esos conceptos los utiliza para plantear sus estrategias. Cuando la mano viene mal sabe replegarse y guardarse, cede su lugar, para juntar fuerzas y esperar el momento oportuno para dar el siguiente paso. También sabe construir alianzas y ceder para que estas funcionen. Porque Rick, como todo buen protagonista, tiene fuertes valores morales; y Negan, como todo villano, es también un gran antagonista.