La era de la posverdad llegó cuando los medios de comunicación masivos y hegemónicos lo decidieron. Pareció acelerarse tras la campaña a presidente de Estados Unidos que coronó a Donald Trump, pero el momento estaba más o menos calculado luego que el neoliberalismo -el poder real- recuperara fuerzas en toda América Latina.
Si bien los wikis afirman que el concepto fue utilizado por primera vez a principio de los ´90 informando sobre la guerra del Golfo que todos y todas vimos por televisión, su aplicación no se dio sino hasta que quienes manejan la comunicación global decidieron justificar su construcción de la realidad a conveniencia. Incluso en 2016, para impregnarle una valoración positiva, fue elegida palabra del año por el Oxford English Dictionary. No es mentira, no es falsedad, pues tratemos de ver qué es.
Putin y la paloma
El presidente ruso Valdimir Putin camina en un centro religioso y distrae un segundo su atención para saludar a una paloma que se le cruza en su andar. El canal ruso RT sube el video a sus redes sociales y casi inmediatamente alguien lo edita y le agrega al ave un ala ficticia sobre su sien, a modo de saludo militar. Esta es la imagen que se viraliza por sobre la original, atrapando a los descuidados que no dominan la tecnología.
Trump vs. Hillary
El gran hito que saca a la luz la posverdad es la elección presidencial del país del norte, que se basó más en intercambio de rumores que en hechos o promesas de campaña. Acusaciones de un lado y del otro dan por ganador a quien contrata al mejor publicista y no a quien tiene propuestas políticas más consolidadas.
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Medio verdad, medio mentira
Los medios más importantes también intentan un acercamiento, desde diferentes perspectivas. El economista Fernando Trias de Bes dice en El País de España que es «un eufemismo moderno de la mentira de siempre». En su ensayo sobre lo que llama «la era de Pinocho» agrega: «no nos importa que algo sea incierto en el minuto uno. El problema es que tampoco nos preocupa confirmar los hechos».
La BBC de Londres coincide con la idea del periódico madrileño. La posverdad es «una palabra para definir «el mundo al revés» de la política (…) y ha sido utilizada para tratar de explicar el instinto y la sensación anti-establishment que catapultó a Donald Trump a la presidencia de EE.UU. e hizo ganar al Brexit -la opción para salirse de la Unión Europea- en Reino Unido«. Ilustra la nota una foto del muñeco de madera y nariz creciente.
El mundo va más allá: la llama poscensura y la sintetiza en «la alineación de las redes sociales, la crisis de credibilidad de la prensa y una combinación de corrección política y guerra cultural«. El New York Times a su vez advierte que «no es claro que los realistas vayan a prevalecer sobre los embusteros en esta disputa por la verdad. El chequeo de la información puede tener impacto positivo, pero es erróneo pensar que inevitablemente obligue a los políticos a decir verdades, corrija la amplia desinformación ciudadana, o elimine las noticias falsas de internet«(1).
Finalmente, la Fundación Nuevo Periodismo Independiente, la organización creada por Gabriel García Márquez, afirma que todos somos culpables. «Para que fenómenos de masas fundamentados en hechos alternativos, emociones o juicios hayan fraguado de manera tan contundente, como ha sucedido en numerosos eventos de alcance planetario en el último año, implica también acción, participación o voluntad parcial, consciente o inconsciente de los usuarios de esos contenidos informativos«, escribe el periodista Mario Morales.
La era de la posverdad llegó para quedarse y con ella, la asunción de nuevos líderes que escuchan más a sus consultores de publicidad o community managers que a sus electores. La batalla, finalmente, se muda a su escenario ideal: la virtualidad.