La situación económica de las salas independientes de teatro es cada vez más precaria. En los días que corren, incluso, amenazan su existencia y su resistencia. Ellas tampoco quedaron exentas de los tarifazos de luz y gas que, según definiciones de la comunidad artística, son «exagerados, indiscriminados y perversos».
A los casi cinco mil pesos de energía que le facturaron al Teatro La Luna el mes pasado (el doble que el año anterior), se suman los trece mil quinientos de gas, en un espacio que no tiene ese recurso como el principal consumo. Hay que mencionar además que esta sala, al igual que la mayoría de las independientes, tiene un precio de entradas totalmente desactualizado y devaluado, que comparte en porcentaje con las compañías y producciones. En ocasiones, una entrada equivale a dos paquetes de puchos, o ronda unos tres litros en el llamado índice Coca Cola. Incluso muchas de sus puestas en escena con de acceso gratuito o a la gorra.
Pero hacer números aquí no cuenta, no sirve calcular cuántos boletos debe cortar o cuántas funciones debe realizar para poder pagar la luz o el gas. Porque La Luna y la mayoría de las salas independientes son mucho más que una planilla de excell con debe y haber. Son espacios de desarrollo y participación, abrigo artístico del barrio, y defensoras y promotoras de la cultura local, regional y latinoamericana. En épocas de crisis económicas, aparte, son refugio para los y las artistas. En las institucionales son resistencia cultural y sitios de debate político. También son escenario, gradas, luces, patio pizzero y cervecero.
Pero sucede que el Estado actual y las proveedoras de servicios si tienen la cuadrícula de ingreso y egreso, y aplican los tarifazos sin discriminar. Empresas públicas y privadas no abren los canales para la discusión de una tarifa especial, subsidiada, bajo los fundamentos del aporte social y cultural de estos espacios. En el caso particular de La Luna, una de sus administradoras fue representante local del Instituto Nacional del Teatro recientemente, debiendo quitar un poco de atención al espacio para cumplir las obligaciones en el Estado. Y eso también pasa factura.
Para poder pagar, teatristas autoconvocados organizaron el Festival de teatro independiente, solidario y a la gorra «A la luz de La Luna» del 17 al 20 de Septiembre en barrio Güemes. «Proponemos un festival militante, crítico de la política de tarifas públicas del gobierno nacional, del impacto que éstas tienen en los bolsillos de todxs lxs ciudadanxs y de cómo impactan en los centros independientes productores de cultura; también de su política económica que asfixia las clases más humildes de la sociedad, arrojándolas a un «sálvese quién pueda» que ya vivimos en la década del noventa cuando el neoliberalismo nos llevó al desastre económico y social«, anuncian en su convocatoria.