Ya pasó un año. Los Caníbales viajamos a Buenos Aires para visitar el edificio de Tiempo Argentino, la empresa que recuperaron los trabajadores y que recién lograba salir nuevamente a la calle como diario cooperativo. La imagen era postal de resistencia. Pasamos entre computadoras y escritorios, colchones que los trabajadores llevaron para no abandonar el edificio, organizando guardias para impedir su desalojo, espacios vacíos y una redacción fría en temperatura ambiente pero sumamente cálida en humanidad. Una casa tomada por periodistas que luchaban por su fuente de trabajo, por mantener un medio que aportaba otro discurso en el escenario mediático y dar la batalla cultural con la apertura de los espacios a sus suscriptores. Una casa tomada por laburantes que intentaban levantar las ruinas que dejó el empresario Sergio Szpolski. Un mes más tarde de esa visita, los trabajadores fueron violentamente desalojados de ese edificio.
Casi 365 días después, la realidad del diario es otra. En un nuevo edificio, el medio va creciendo de a poco y festeja su primer aniversario de subsistencia -resistencia- cooperativa, lo cual no es un dato menor en este momento del país.
Julia Izumi, Secretaria de Redacción e integrante del Consejo de Administración de la Cooperativa, relata que están en un proceso de crecimiento en un año que ha sido de reconstrucción absoluta. “Crear la cooperativa implicó asumir roles que no habíamos desempeñado nunca. Todos somos periodistas y de golpe tuvimos que administrarnos y aprender todo el esquema de producción del diario, desde la compra de papel hasta el último punto de lo que tiene que ver con la producción de un medio y además organizarnos como trabajadores autogestivos, garantizar los salarios, tramitar la publicidad y los subsidios que el estado tiene para este tipo de empresas. Es decir que tuvimos que hacer todo un trabajo de formación en gestión. Este año empezamos con mejor perspectiva, ya mudados y con la redacción más armada. Ahora estamos en un buen momento, donde hemos podido definir mejor qué tipo de diario queremos hacer y empieza a dar frutos y a visibilizarse. Por supuesto que falta porque todavía no podemos cobrar sueldos de mercado.”
Dueños de sus palabras (y sus espacios)
Julia cuenta la interesante discusión que tuvieron hacia adentro de la cooperativa, donde fue necesario plantear un modelo de negocio distinto en un contexto de concentración mediática, altos costos del papel y la impresión y al mismo tiempo la baja de las ventas del diario en papel. Tiempo Argentino decidió establecer una forma de suscripción similar a la que conocemos como crowdfunding, donde los aportantes tienen distintos beneficios según el aporte.
Por otro lado lograron el apoyo de sus lectores rompiendo las paredes de la redacción. El año pasado a través de encuentros culturales, talleres y charlas debate, los redactores y editores se encontraban con sus lectores. El grado de complicidad es otro y rompe esa idea del periodista cerrado y alejado de quien lo lee. La sensación de igualdad que genera el encuentro, es otro de los beneficios que logra mantener a los lectores. “Los socios que vienen a buscar cosas tienen la puerta abierta, es decir, pueden venir y ver el diario. Han venido escuelas, universidades, jardines de infantes. Somos como animales de un zoológico de alguna manera. Vienen todos a vernos y esta bueno porque sabemos que esto genera expectativa y curiosidad”, agrega Izumi.
El diario, que cuenta con una tirada de 30.000 ejemplares hizo algunas experiencias piloto de llegada a localidades cercanas de la costa bonaerense y espera en un futuro cercano poder llegar a otras ciudades del país.
Tiempo Argentino celebra un año de que los laburantes se hicieron cargo del medio y de periodismo independiente. Nosotros celebramos con ellos.
Escucha la nota completa a Julia Izumi acá: