Hace tres décadas que una palabra sajona forma parte de nuestra vida cotidiana: match, y eso es gracias a Marcelo Tinelli. Videomatch – ahora Showmatch o Bailando por un sueño -, nos ha mostrado por 30 años a un conductor y periodista deportivo convertirse en uno de los personajes más influyentes del país. El hoy empresario, es incluso una referencia política, sondeado, medido y criticado. Algunos espadachines de la intelligentzia argentina, como Martín Caparrós, auguran exilios – el escritor dijo que volvería al país para exiliarse-, otros lo siguen reduciendo a los cortes de pollera y las cámaras ocultas, despreciando a uno de los más importantes productores de símbolos culturales de la última treintena de años.
Es parte de la mitología de los medios argentinos el famoso renunciamiento del conductor radial Gustavo Lutheral, cuando Telefe fue a proponerle conducir un programa de medianoche con un formato más joven. Al obtener el no de Lutheral, consultaron a Juan Alberto Badía que no dudó en recomendar a quien se encargaba de deportes en sus envíos radiales, un joven nacido en Bolívar, llamado Marcelo Tinelli. Desde ese entonces y en alianza con el cordobés Claudio Villarruel, las medianoches tenían clips deportivos, videos de archivo y personajes como El Enano Gula-Gula o Boby Goma y periodistas como Gonzalo Bonadeo, Felipe McGough, Lanchita Vissio, Marcelo Teto Medina, Daniel Jacubovich y Osvaldo Principi. Los “gomazos” de videomatch comenzaban a formar parte de los trasnochados argentinos.
En poco tiempo el programa se fue afianzando y retroalimentandose del envío dominguero que también conducía Tinelli: Ritmo de La Noche. Con el tiempo llegaron las cámaras ocultas y los humoristas. En 1995 el programa pasaría a llamarse El Show de Videomatch y en 1996 nacería la productora Ideas del Sur.
Ya sobre fines de los 90 Videomatch era un producto instalado, fuerte y con un montón de frases y modismos en nuestra cotidianidad extraídas de ese programa. Cada dos por tres le hacíamos “oso” a alguien, si alguien nos llamaba decíamos “Aquí Pekerman” o si nos pedían una dirección le decíamos que íbamos a “la casa de Maria Cataña”. Todos teníamos algún amigo Figuretti y nos sabíamos las canciones del Dinosaurio Bernardo. Videomatch estaba en todos lados. En ese momento el humor empezó a subir temperatura, Bernardo le dejó su lugar al zarpado Oso Arturo y el programas muchas veces parecía una gran kermesse caótica.
Tinelli tenía su némesis en Mario Pergolini a quien, siendo sinceros, le pasó el trapo siempre. Casi como la pelea entre Beatles y Rolling Stones, uno era el chico bueno y el otro el malo. Tinelli venció siempre en rating al rebelde rockero de ojos celestes, primero a La TV Ataca a la medianoche y después a CQC.
La imagen de que los CQC inquietaban al gobierno y Videomatch eran indulgentes con el poder de turno se revertiría a fines de los 90. En el 99 Pergolini dejaría de hacer CQC, en principio por sus contactos con el famoso “Grupo Sushi”, que rodeaba a las decisiones presidenciales en comunicación y cultura del gobierno de la Alianza. La paradoja es que la incomodidad para el gobierno de De la Rúa, llegó con Showmatch como escenario. La figura de Tinelli comenzaba a mostrar ribetes omnipresentes y la preponderancia de Videomatch en los medios y la cultura popular del país en algo determinante.
En 2004 Tinelli se iba de Telefe y su programa se convertiría en un gran certamen de baile, dejando al humor en segundo lugar hasta desaparecer. Los bloopers y cámaras ocultas le dejarían su lugar a peleas entre jurados y competidores, paseo de figuras consagradas, bizarros y personajes creados como Frankestein tinelezcos.
“Tinelli es una mierda”. Básicamente ese es el argumento principal contra el productor, conductor y empresario. Pero hagamos memoria y seamos honestos, ¿realmente en ningún momento de estos 30 años Tinelli nos divirtió o nos gustó? ¿Es culpable Tinelli del mal gusto? ¿O Tinelli supo darnos lo que necesitábamos consumir? ¿Toda la población argentina quiere programas académicos o culturales?
Hay que rescatarle su capacidad de lectura, como productor televisivo, de los tiempos sociales y políticos del país. Siempre, esa capacidad, se vuelca en la propuesta de entretenimientos que su producto ofrece. De producto deportivo a programa diario fresco y juvenil, de programa simpático a pantalla zarpada, de niño bueno y complaciente a termómetro político, Tinelli siempre ofreció show. Después aparecían las críticas, muchas acertadas, claro, pero siempre a destiempo o desde un lugar naif. Nadie supo exprimir el nervio popular como Tinelli. Nadie pudo sostener niveles de aceptación popular tan altos por tanto tiempo. Eso reventaba y, aún hoy, sigue reventando a los intelectuales argentinos.
¿Realmente estaba mal que el laburante en los 90, que llegaba reventado a su casa, quiera despejarse riendo? No, ni a palos. Hoy tampoco. El problema es que en muchos momentos del reinado de Tinelli nadie proponía una alternativa, e incluso los medios públicos ofrecían “cortes de manzana” o programas similares para competir.
Repasando los 30 años de Videomatch o Showmatch podemos entender 30 años de nuestro país. Por allí han pasado todos: referentes políticos, culturales y bizarros. La biblia y el calefón. Discutamos a Showmatch pero no dejemos de ver la importancia del producto, su consumo y la relación con el pueblo. Es un paradigma de la discusión de Ecco, de lo popular y lo masivo. Un símbolo de época pero no un lugar que saca o pone presidentes. De la Rúa selló su destino en Showmatch, siendo De la Rúa. No fue Showmatch quien selló el destino del Presidente que decía no ser aburrido.
A los ojos de hoy, muchas cosas que ofrece Videomatch o Showmatch son escandalizantes. Por poner un ejemplo, el corte de polleras, la cosificación y la estereotipación de las mujeres o los chistes estigmatizadores a las minorías sexuales y a inmigrantes de otros países. Pero esos estereotipos circulaban en toda la construcción mediática del país. Lo que pasaba era que Tinelli tenía mas rating que nadie. Videomatch era un prisma gigante. Por más que le duela a Caparrós, Videomatch era el país en su expresión más bizarra.
Nos guste o disguste, nadie puede negar la influencia en la cultura popular argentina del productor, Marcelo Tinelli festejó sus 30 años, junto a casi todos y todas las que pasaron por el programa en estas 3 décadas y una vez más, el rating le dio la mano, de hecho las dos, cientos de miles de espectadores a lo largo del país quisieron celebrar la fiesta que les pertenece, en tiempos malos y en tiempos de bonanza, hoy seguramente, aun con la emoción a flor de piel, el conductor decidirá que es lo que quiere para su futuro.