Gabi Sosa canta a la luna. Viva la musiquita

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El músico catamarqueño Gabi Sosa estrenó recientemente dos piezas musicales: A Killa y Valle de la Luz, mientras promete «terminar y grabar el álbum nuevo. Eso es lo que se viene».

A Killa, «dedicada a la lunita para que siga alumbrando la sangre y el caminar», es su último trabajo solo pero acompañado. Mateo Barrionuevo Dadone en Percusión y Franco Bridarolli en teclados y guitarra.

Por su parte Valle de la Luz fue escrita junto a Trinidad Bertero «interviniendo una música que ella tenía». En este proyecto acompañan Aarón Nacer y el propio Bridarolli, quien además es el productor.

Vivir y tener memoria

Gabi Sosa nació en El Rodeo, un pueblo serrano «pegadito a la capital de Catamarca, a 900 metros sobre el nivel del mar, con varios ríos y arroyos y mucho verde».

Según él mismo relata, llegó hace 37 años y pasó su infancia «rodeado de mucha naturaleza, mucha conexión con el pueblo», que en esa época no superaba los mil habitantes.

– ¿Cómo llegás a la música?

A Killa es una pequeña ofrenda a la luna, ese astro tan maravilloso que mueve mares y nos mueve internamente.

Gabi Sosa

Más que llegar a la música, ella se apareció y me obnubiló. Como todo en la vida, las primeras influencias fueron la familia. Recuerdo a mi abuelo materno escuchar mucho folklore, creo que era fanático de Los Cantores del Alba aunque nunca se lo pregunté, siempre estaban sonando en su casa.

Otro reflejo de influencia fue mi hermano Matías que desde los 8 o 9 años escuchaba un cassette de Mensajes del Alma de León Gieco. Mi papá siempre tuvo la guitarra en casa, no tenía cuerdas pero estaba ahí, era de él.

Pero la luz más fuerte, esa aparición musical, se dio cuando vi a mi madre en una fiesta en la escuelita Mariscal Sucre 247 de El Rodeo, subió a cantar con mi maestra de música Analía, que era su amiga, Después vinieron las influencias musicales, pero creo que las referencias más próximas fueron esas personas.

El candor y las brasitas

Desde ese pequeño pueblito a la ciudad mediterránea, Gabi Sosa viaja por impulsos y afectos. «Llegué a Córdoba gracias al amor a mi compañera y el amor a la música, sabiendo que esta es una provincia nutrida por muchos afluentes culturales de todo el país. La cultura, la información y los conocimientos que Córdoba provee son muy satisfactorios, ni hablar de lo académico», dice.

«Córdoba – completa – guarda esa relación de ciudad pequeña y el monstruo en que se ha convertido con los años. Digo monstruo como algo que está latiendo, viviendo, como una gran selva de cemento«.

Por los mares, por tempestades…

Nadie en el planeta podría decir que le pandemia vivida en los últimos años le fue ajena y fácil, mucho menos los artistas, aunque desde el arte pueda tenerse una mirada un poco más benévola con la crisis que provocó.

Gabi le encuentra un costado beneficioso: «como a casi todos, nos ha provocado incertidumbre, replanteo de cosas y empezar a mirar la brújula de una manera más amplia. Desde lo artístico ha sido muy productivo y bonito, ha sido estar mucho tiempò sólo como nunca antes, tiempo con pensamientos. En rasgos generales, se ha creado en mí una situación buena».

Los primeros momentos del encierro estricto lo encontraron viviendo con dos músicos amigos, Ema Oliva y Gastón Saucedo, «con quienes hemos llenado de música la casa. Hicimos conciertos en streaming para recuperar la sensación de estar tocando».

«Ha sido una pandemia muy musical. He compuesto temas que estoy mostrando ahora y un disco que segurmanete presentaré este año», reflexiona el catamarqueño.

https://youtu.be/XgFHs7KnpPs

Canciones son amores

No todo es música en la vida del catamarqueño. La habilidad en sus manos cuando toca la guitarra se traslada al césped cuando se calza los botines de tapones bajos. Al igual que sus coterráneos que destacaron en el fútbol profesional, Gabi recorre el carril de punta a punta en las canchitas donde circunstancialmente hace de local – y de visitante – el Fútbol Soft Para Artistas.

Sin perder la sonrisa, como en la cancha, explica qué es el FSPA: «es un encuentro maravilloso de amigues que vamos a disfrutar de una pasión que nos une, y sobre todo a charlar, a conectarnos, a interiorizarnos de nuestras vida, a seguir encendiendo la amistad».

El grupo está integrado por más de 40 personas vinculadas al arte que una vez por semana comparten una hora de gambetas y otras más de charlas, birras y risas.

«Con respecto a lo artístico es hermoso porque van fotógrafos, diseñadores, dibujantes, músiques, ceramistas. La situación artística que se da allí es muy nutrida, de hecho la fotografía en todos mis discos y lanzamientos es de Gastón Bailo, quien además de ser mi hermano de la vida comparte conmigo el Fútbol Soft, Lautaro Alincastro hizo el diseño de los últimos lanzamientos y de lo que será la tapa del último disco, Hernán Capeletti, El Cape, hizo el dibujo de Sismo, mi disco anterior».

«Imaginate cómo estamos conectados, cómo se combina el fútbol con el arte, en mí se nutre exponencialmente», concluye.

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