El pasado domingo 17 de marzo, un pub tucumano se convirtió en el último escenario de Esteban Cerioni, un músico para muchos ignoto pero de una importancia superlativa en el lado B de la historia del Rock hecho en nuestro país. Un infarto lo envió a su gira definitiva mientras defendía su último proyecto de la misma forma que lo había hecho a lo largo de su vida: reinventándose y dándole para adelante con la fuerza de las convicciones.
Cerioni fue bajista de la primera banda tucumana de rock en grabar un LP, y posiblemente la única en mucho tiempo. Redd era una agrupación progresiva que se completaba con Luis Albornoz en guitarras y Juan Escalante en batería (ambos pioneros del género hecho en Tucumán que ya habían formado parte de Tricupa, una de las bandas que formaron parte de la grilla del segundo Festival B.A.Rock). Su primer disco, Tristes noticias del imperio, es considerado una de las grandes gemas de la música progresiva de nuestro país y entendido en todo el mundo como un incunable. Un original de los editados en 1978 se vende a precios exorbitantes en el mercado internacional.
Habían debutado en junio de 1977 teloneando a Spinetta en una de sus visitas a Tucumán y llegaron a Buenos Aires en diciembre de ese año. Fue entonces cuando conocieron a Donvi Vitale y su proyecto Músicos Independientes Asociados (M.I.A.) momento en el que tomaron contacto directo con la experiencia de la producción autogestiva de la que fueron pioneros en su provincia. Su disco, de hecho, está grabado por su propia compañía a la que llamaron Covoclo.
Su obra está marcada por la fusión entre el rock progresivo característico de mediados de los 70 y el jazz, con particularidades propias marcadas por una clara influencia de los grupos argentinos que venían asentando el pulso del Rock Argentino por aquellos años. Invisible, Aquelarre, M.I.A., Crucis, algo de Espíritu quizás. Escuchar algunas de sus canciones deja entrever para el escucha atento la impronta de la tonada tucumana que termina imponiendo un diferencial entre los discos de una época en la que casi todo el material rastreable fue editado por porteños o rosarinos, en el mejor de los casos.
No debe haber sido fácil encarar un proyecto de las características como las que proponía Redd en medio de la Tucumán copada por militares y emblema del exterminio generacional con el Operativo Independencia. En ese contexto, el primer disco del trío arrancaba con una canción (Reyes en guerra) en cuyo estribillo se preguntaban “cuándo acabará la muerte”. Acompañando un vuelo instrumental digno de un viaje onírico nunca antes visto en la música del norte del país hasta entonces, Redd se completaba con la poesía de Ricardo Gandolfo, nacida exclusivamente para la banda. “Magos y payasos vengan todos a ver el misterio del palacio, que se hundió en el mar. Los diarios de la tarde dijeron que no puede ser, pero ahí está la gente corriendo hacia el lugar” decía la canción que le dio nombre a aquella placa que parecía tener una línea directa con el ideal de libertad que, en medio de opresión, encontraba una vía para canalizarse a través de la música.
“El sonido de este LP me retrotrae en cierta manera a los comienzos del rock nacional, aunque no sé muy bien por qué. Quizás sea el espíritu que campea por sus surcos, una cierta ingenuidad que no sé muy bien cómo definir. Quizás sea el sonido, en el que se detectan ecos, por ejemplo,
de los primeros discos de Almendra y Manal» escribió Claudio Kleiman en Expreso Imaginario, cuando el disco llegó a sus manos y empezó a disparar sonidos desde su bandeja.
Ese fue el momento de gloria de la banda a la que luego se incorporaron Oscar Imoff, Pollo Raffo y Marcos Puzzinelli. El segundo disco, Cuentos del Subsuelo, fue grabado en 1979, aunque nunca fue editado hasta 1996, en CD cuando las canciones fueron tomadas por el sello brasilero Progressive Rock Worldwide.
Con Cerioni se va un héroe casi anónimo para el Rock Argentino que siempre se miró el ombligo desde los rascacielos porteños. Su música, fundamental para el rock tucumano, resonará en algún sitio de la historia que se escribió en los lugares y en los momentos incorrectos. Aunque, así y todo, haya servido para marcar a fuego los futuros que él mismo pudo transitar hasta su último suspiro.